jueves, 6 de diciembre de 2007

Onanista...

Se masturbó con gozo cuando descubrió a su musa inspiradora...
Se masturbó con locura al notar que lo miraba de soslayo...
Se masturbó incrédulo cuando ella mostró interés en su plática...
Se masturbó eufórico el día que la besó...
Se masturbó tranquilo cuando ella reconoció que lo amaba...
Se masturbó desesperado cuando discutieron por primera vez...
Se masturbó feliz cuando se miraron nuevamente...
Se masturbó apasionado al recordar sus encuentros íntimos...
Se masturbó impotente cuando supo que ella estaba enferma...
Se masturbó maldiciendo a Dios cuando supo que no habría remedio...


Cuando ella murió, no se masturbó más:
Onanista, pero no necrófilo.

miércoles, 24 de octubre de 2007

PReMoNiCióN...

Soledad se despertó con una canción aún sonando en su cabeza. No era raro que sucediera, sin embargo la melodía poco tenía que ver con sus gustos. Se desperezó presta; sonriendo todavía por tararear esa extraña canción, y sin más, se fue a bañar.

Mientras el agua corría por su cuerpo desnudo, se dejó llevar por la tibieza con los ojos cerrados. De pronto, sin abrirlos, vio otra vez esa odiosa visión-luz-premonitoria que le anunciaba siempre alguna tragedia; la misma que años atrás le anunció la muerte de su mejor amiga cuando la vio por primera vez; la misma que causó escalofríos a su madre cuando le comentó su experiencia, y minutos después, les redobló el escalofrío a ambas, cuando se les informó de la muerte de otro ser querido... la misma que, con menor intensidad, anunció una serie de tragedias menores a la muerte... la misma que, por todas esas razones, se volvía una odiosa experiencia para Soledad.

Salió de la ducha y se vistió rápido. Despejó de su cabeza la fatal idea mientras repasaba sus actividades para el día. Debía preparar sus materiales, estudiar un poco y asistir a sus clases de siempre. Salió tarde y apresurada de su casa, por lo que pronto olvidó la idea.

Transcurrieron las horas del día sin mayores altibajos. Incluso aceptó de buena gana una fiesta que se haría en la casa de uno de sus compañeros. "¿Dónde? Mmm... ¿Pero no es un poco peligroso por allá? Es cierto, no importa... Total, no saldremos de tu casa, ¿verdad?"

Al llegar, la recibió una melodía extrañamente familiar. Claro, era la misma con la que había despertado por la mañana. Súbitamente, el recuerdo de la visión lumínica la invadió como una peste. Las palpitaciones comenzaron, primero lentamente; luego acompañadas de un zumbido. "Todo está bien", se dijo, "No saldremos de aquí, por lo que no sucederá nada a ningún ser querido" No fue necesario salir, el tiroteo comenzó en la casa vecina; tampoco sucedió nada a ningún ser querido, la bala perdida fue directamente a su cabeza. Las palpitaciones y el zumbido terminaron abruptamente, y lo único que imperó, para contrastar con el silencio de todos alrededor de Soledad, fue el compás de la música que cerró sus ojos para siempre.

jueves, 6 de septiembre de 2007

¡¡¡Qué MieDo!!!

Ahora que reacciono en torno a todo lo que sucedió, no se me ocurre otro título para poner... Mi crónica comienza así:

¡¡¡Fui aSaLTaDa!!!


Esperaba en el paradero al bus que nos llevaría a mi amiga y a mí hasta nuestros respectivos destinos. Me había desviado de la ruta (la conversación era amena, y ella me pedía no tomar mi habitual recorrido, sino hacer un pequeño cambio que a ambas nos sirviera), y los terrenos en que me encontraba no eran de mi total (a decir verdad, ni siquiera mi mediano) dominio.


En medio de la tertulia, alguien tocó mi codo (el cual se sostenía en mi siempre rebosante mochila), y miles de ideas cruzaron fugaces por mi mente en cosa de segundos, mientras giraba para ver de quién se trataba ("es un saludo que muestra confianza... ¿quién puede ser? ¿un conocido? ¿aquí, a las 8:30 p.m.?")


... y giré...


Fue también en cosa de segundos que todo a mi alrededor se oscureció. Dos tipos comenzaron a tirar de mi preciado apoya - codos, y comprendí que no se trataba de un simulacro ni una operación Daisy: estaba siendo asaltada.


Mi amiga quedó pasmada, no pudo hacer mucho. Yo resistí el tirón, tiré en contra... otra eternidad de segundos. Caí al suelo y fui arrastrada por esos estúpidos, que no comprendían que yo no iba a soltar tan fácilmente lo mío. Finalmente, ganaron, y quedé en el suelo mientras comenzaron a correr. Mi amiga, aún pasmada, sólo atinó a intentar levantarme. No alcanzó a tocarme siquiera: me puse de pie y corrí tras ellos.


No obstante mi condición física y el cuidado que siempre doy a mi voz (desde que salí de la universidad que no le hago dos abdominales de corrido a nadie, y confieso que en mi vida he gritado a lo sumo unas 3 veces... odio desperdiciar mi gargantita), son dos comparaciones las que vienen a mi mente si se trata de reflejar lo ocurrido:


1.- Corrí como lanza
2.- Grité como varraco


Sí, Bloggeradictos... Lo que nunca deben intentar en sus casas (XD): Corrí tras los tipos y les grité (ingenua) pidiéndoles que me devolvieran mis cosas (que a todo esto, consistían en: la mochila que servía de descanso para mi codo, mi laptop, mi celular, todos mis documentos -ya saben lo engorroso que es el cacho de bloquear y sacar nuevos-, pruebas varias, etc). Me angustiaba, sobre todo, la idea de perder mi celular ... en él, tengo mensajes que no podría recuperar nunca, pero nunca jamás, y que me he preocupado con celo y ternura de atesorar, cuidar, amar y releer cada vez, siempre... La sola idea de perder esos mensajes (única huella viviente y tangible de una dedicación exclusiva de mi madre a mí) me llenaba de horror, pánico, angustia y una infinita tristeza. Ese miedo, sumado a la adrenalina y a mi convencimiento de que mis cosas son mías y que ningún desgraciado me las puede quitar, fueron, más que un ají, una mata de proyectiles (insertos en alguna parte... complete la oración xD) que me volvió biónica y me hizo correr con una fuerza endemoniada.


Seguí a los mentados imbéciles por dos cuadras... se separaron. Corrí tras el que tenía mi mochila (la cambiaron de mano mientras corrían, pero la táctica no dio resultado: iba tan rápido que logré ver quién se quedaba con ella). Grité desesperada a la gente en derredor para que lo detuvieran. Con la solidaridad característica del buen chileno, abrieron paso para que el ladrón pudiera correr tranquilo y yo pudiera seguirlo también en paz. Finalmente, y al doblar la esquina de la segunda cuadra corrida, alguien hizo algo (el trauma no me permite recordar si fue combo, patada o kame hame ha), y el ladrón tiró el cuerpo del delito en medio de la calle, el "alguien" lo recogió y se dirigió a mí para devolvérmelo... La corrida olímpica valió la pena.


Recuperé mis cosas, y me enteré de que el asalto había sido en uno de los focos delictivos más peligrosos de Santiago Centro. De más está decir que Murphy era consecuente con su ley y que ningún carabinero estaba cerca. Luego, los comentarios de siempre: que la sociedad es una mierda, que cada vez hay más delincuencia, que subieron el precio del pan, que cambien a la presidenta, etc...


El susto pasó... Mi amiga, que me vino a alcanzar cuando ya tenía de vuelta mis pertenencias, me dijo "no te dejo ir sola a tu casa, vamos a la mía". Una vez en el bus (que por cierto, de haber llegado presto, nos hubiera ahorrado la maratón "salva-tus-cosas"), le dije, en son de broma "Ah! te sigo contando lo que te decía antes de esto"... Plop para ella, que me miró horrorizada y me preguntó si estaba medianamente consciente de lo sucedido. Lo estuve al día siguiente, primero, con los cardenales en mis rodillas producto de arrastrarme por el suelo; segundo, cuando al cambiar mis cosas de mochila, descubrí en la base de la que me intentaron robar un punzazo que probablemente se dirigía a mí en el momento que forcejeaba con los delincuentes.


No sé a qué o a quién agradecer por esto. Sólo puedo decir que aún estoy impresionada de haber recuperado lo que llegué a creer perdido mientras corría. Mis alumnos me dicen, entre otros motes, "La Profe Extreme"... creo que esa tarde lo confirmé... xD


Si ahora razono en torno a lo ocurrido, me doy cuenta de que la decisión de correr fue lo más descabellado que podía haber hecho (me exponía totalmente a una agresión muchísimo mayor). Sin embargo, reconozco que quizás correría en caso de que me vuelva a ocurrir. O sea, además de extrema, terca xD




Por eso me sentará de maravillas dejar Santiago. Queda poquito, muy poquito... xD




He dicho.
Susanística.


PD: La vivencia dio no sólo para la presente crónica, sino para un cuento en 100 palabras... No hay mal que por bien no venga, no? xD

martes, 7 de agosto de 2007

Un cuento oscuro...

- ¿Te preparas para ir a trabajar?
- (...Claro, a diferencia tuya, trabajo)
Sí, ya voy saliendo.

- ¿Tomemos desayuno?
- (Me da asco tu manera de comer)
Mmm... Bueno...

- ¿Vas atrasada?
- (No soy como tú, yo sé lo que es la ReSPoNSaBiLiDaD)
No, estoy bien en el tiempo.

- ¿No llevarás nada para almorzar?
- (Como si te preocupara)
Creo que almorzaré allá, con una amiga.

- ¿Te dejo en el paradero?
- (Sólo quiero librarme de ti lo antes posible)
No es necesario, el autobús pasa con frecuencia.

- Cuídate, te amo.
- (Eso mismo le decías a mamá, sin embargo, lograste que se fuera para siempre)
Yo también te amo, papá.

miércoles, 11 de julio de 2007

¡¡¡Vacaciones!!!

¡¡¡Y la luz se hizo!!! xD

Las pesadillas más espantosas (cubiertas de hielo glacial) se hicieron realidad en estos días en que la onda polar a ningún santiaguino dejó indiferente... El frío de estos días se me hace similar al del onírico infierno (¿quién dijo que todos lo pasaríamos mal asándonos como chanchito al palo?) que a veces -y sólo a veces- me causa miedo.

Pero basta con un par de guantes (que no uso, odio carecer medianamente siquiera del sentido del tacto) y ¡Prueba superada!... Lo que falta es que mis chanchitos superen las pruebas y yo misma supere la torre de pruebas que (nunca más, lo aprendí a sangre) crecieron cual torre de Babel en mi escritorio, torre que confundió mi lengua hasta hacerla inextricable, luego de 3 días seguidos sin dormir para, como una parodia terrenal de omnipotente y aleccionadora diosa, hacerla bajar.

Salí de ese cacho también. Luego se vino el otro... que el 60% de mi promedio se tiene que juntar con el de la cacha de la espada láser proveniente de Taller de Comunicación (alias "Tesina" en 3º y 4º Medio). Ese cacho lo superé con la ayuda del impartidor de la enseñanza del 40% y su sistema saca-promedios-automáticamente, que me permitió salir del cacho cerca de las 23:00 hrs. de un viernes... ¡Qué carrete! xD

Finalmente, la última semana de clases, que, como es de conocimiento general (ya sea por recuerdos inmemoriales, experiencia actual o simplemente intuición), está llena de una profunda, amplísima y perfectamente redonda nada, donde la cantidad de alumnos es inversamente proporcional a la materia que se pasa en cada asignatura (los primeros decaen).

Y viene el último día...

...con sus larguísimas horas...

...sus agónicamente extensos minutos y...

...sus eternos...

...segundos...

...finales...


Pero sobreviví. Sobrevivimos... Hubo lesionados, algo de sangre que salpicaba. Nada serio, nada grave, último día nadie se enoja =D

Y ahora a esperar estos dos últimos días de consejos de profesores, las planificaciones para el semestre que se viene y el año que se va con él; la vida que recomienza en un horizonte distinto, los sueñ...

¡Alto! ¡¡¡Me fui muy rápido!!! Sigo en el aquí y el ahora... ¿Y qué viene ahora? ¡Ah! Ya lo comenté, los dos días de consejo de profesores que me quedan por vivir... y luego...


¡Ya sé! Una visita al norte, a ver el sincrético carnaval criollo (Tirana), a encontrarme con el desierto tan amado y añorado, a renovar energías respirando ese encuentro, a disolverme en los aromas que la respiración me traiga... a sublimarme en la tierra, el cielo y la nada del infinito desierto que me llama, seductor e intenso, como ha sabido demostrármelo en cada encuentro.

Me confieso feliz. Simplemente.

Nada que agregar... Sólo a esperar que los días, que (como dice Gonzalo Rojas) "van tan rápido", no me jueguen la pasada de quien ávido los espera... Prolongarse sádicamente hasta volverse una torturante eternidad.

Pensé en comenzar y terminar lúdica, pero mi añoranza no me lo permite xD

Un abrazo desértico e intenso!
Mizarística...

domingo, 24 de junio de 2007

LA miseria DEL HOMBRE...

Me siento casi burda titulando mi tema de modo similar a la insigne obra de Gonzalo Rojas. Sobre todo porque quizás el desarrollo huirá de lo literario y se acercará más a una seudocrítica de cine iniciada por una película que me dejó peinando la muñeca, pero era la frase más adecuada, así que robo los derechos de autor no más, y qué jue xD

Prosigo...

Hace muy poco tiempo tuve el azar (que no la suerte) de ver "La Guerra de los Mundos". Ciencia ficción, efectos especiales a la orden del día, clichés escénicos varios, final predecible de película gringa (no norteamericana, que, les guste o no, USA es sólo parte del todo: Canadá y México también existen, y están en Norteamérica ^^). Sin embargo, y pese a toda la mala onda que acabo de lanzar (mi prejuicio con las películas de ciencia ficción es obvio), hubo algo que llamó poderosamente mi atención, y fue precisamente lo que me impidió seguir con mi zapping de día domingo por la tarde: El desvelo de la miseria humana, producto de la adversidad.

Me encontré con un shockeado y cubierto de polvo Tom Cruise (las hormonas... debo controlar las hormonas... uffff... ¡¡¡Ya!!! -suspiro aliviado- puedo continuar) que corría para salvar a sus hijos, quienes, desconcertados, veían cómo su padre los arrancaba de casa sin mayores explicaciones, y robaba una camioneta que (comprendí en la medida que seguí viendo el mencionado largometraje) era la única que funcionaba. Todo esto para huir de un trípode gigante que con rayos interestelares volvía nada a la gente, aunque la ropa les quedaba intacta... y yo diría que limpia. Hasta ahí, todavía no comprendía por qué me había quedado mirando. Quizás porque me llamó la atención el tratamiento que aplicaban con la claustrofobia de la protagonista, hija del galán, que, con una caja toráxica digna de los actores de "300" -según Hermes, claro- chillaba como condenada a menos que la calmaran con la milagrosa terapia.

Mientras avanzaban en la robada camioneta, las peleas histéricas fueron a la orden del día (no era menor la razón, el trípode de pronto se había multiplicado y eran verdaderas legiones de trípodes que, al son de una cadente percusión mortífera, reducía a nada todo cuanto estaba a su alrededor). Los tres héroes llegaron a una casa donde se ocultaron en el último ápice de la esquinita del tercér sótano, que, providencialmente, fue el único lugar que no recibió el furioso y ensañado ataque de los trípodes que hicieron pebre un avión con pasajeros... ¿Ven que es predecible?

La odisea, empero, no terminó ahí. Luego de salir del sótano superpoderoso subieron nuevamente a la camioneta (¡Oh! ¡Justo quedó intacta también! XD) y se abrieron paso para continuar con su escape a ciegas (¿Hacia dónde pensaban escapar, si LA TIERRA era invadida por completo?). En eso llegaron a una humanamente congestionada avenida (todos pensaban huir al mismo sector ciego, que resultaba ser Boston). La gente, desesperada al ver al protagonista en ¡¡¡Un carro que funcionara!!!, apeló a su consideración/ conmiseración, y comenzó a exigirle que llevara a más personas. El aludido, al verse fuertemente presionado, sólo atinó a abrocharse su cinturón de seguridad e indicar a sus hijos hacer lo mismo, ante la indignación de toda la gente que, no conforme con entorpecer su camino, comenzó a golpear el parabrisas e intentar lincharlo. El ahora atacado Tom (Ray, creo, en la película) aceleró sin más, atropelló a un par de giles que se le pusieron en frente y detuvo su marcha cuando, a punto de arrollar a una mujer con su bebé, giró intempestivamente y chocó contra un poste de electricidad. Ahí fue amenazado con un arma y forzado a bajar: Su egoísmo lo llevó a no merecer tan preciado galardón de irse motorizado, a diferencia del generoso filántropo que le dio la lección amenazándolo y se llevó el premio de subir a la camioneta, premio que duró tan sólo unos instantes, dado que el mismo círculo vicioso y mísero de envidia que sacó del carro al protagonista lo llevó a la muerte, por no merecer estar ahí. A fin de cuentas, todos y nadie (dependiendo del punto de vista) merecían irse ahí. Todo esto sucedía en un ambiente conmovedor: calles destruidas, cuerpos flotando río abajo, llantos desolados, asesinatos por supervivencia, pérdida de la razón, ingente oscuridad...

La imagen de esa escena aún me perturba... Su intensidad raya en el dolor. La desesperación puede volver al hombre una verdadera basura. Es extraño abandonarse de esa forma a la angustia, sin embargo, mientras intentaba comprender el actuar de esos personajes y extras, el sentimiento plasmado ahí no me resultaba tan ajeno a lo que es el ser humano en su más pura esencia. Así de oscuro, así de bajo... Así de humano.

Vi también otras escenas, donde se evidenciaba otra clase de actitud. Quizás la más dulcemente humana, pero siempre enmarcada dentro de la desesperanza total: Cuando no quedaba absolutamente nada más que hacer, ni qué salvar, afloraba el buen hombre, aquel que no gana ni pierde si ayuda a otro, y que, en su abulia, tiene un instante de claridad: ser solidario.

Luego, el silencio, la devastación más absoluta, el rehacer (y sigo pegada con la filosofía del hombre: las etapas que terminan, la caída, el dolor, el mirar adelante, levantarse, seguir) y renacer; una avenida desolada y muerta, cubierta de hojas de otoño que dan la bienvenida al final del camino y de la historia, y el reencuentro con la única mujer en cuyos brazos no somos míseros, ni ambiciosos... La mujer que, radiante, nos verá hermosos aunque estemos cubiertos de polvo, muerte, soledad y MiSeRiA.

Seré inconsistente con mi prejuicio inicial, entonces, y recomendaré esta gringa, predecible y llena de efectos especiales película. Todo en pro, claro, de intentar leer un poquito más allá y, de esa manera, hacer la luz en nuestros propios días que, sin trípodes interestelares, tienen más enemigos interiores que todos los que puedan aparecer en nuestro derredor.

Un abrazo cinéfilo,
Mizar...

jueves, 7 de junio de 2007

¡CaMiNaNtE, HAY CAMINO...!

No todos los cuentos
tendrán un final feliz,
ni todas las manos
se dieron para crecer.

Conozco castillos que son
más tristes que ayer,
las ruinas de un pueblo
muriendo de pie.

A un minuto de caer al abismo producto de caminar con los ojos cerrados (pero siempre con la confianza de encontrar tierra firme en el siguiente paso que doy), aparece esa suerte de mano que sostiene mis pies, y que me permite caminar suspendida en el vacío, con la única certeza de tener una base en la que puedo apoyarme y seguir. A un instante de encontrarme en el plano de la realidad (¿cruda... triste? no, realidad solamente), encuentro -cada vez, siempre- una nueva razón para saber que ésta no existe...

¿Soñadora? ¡Oh, más que eso: Nefelibata!

No todos los cuentos tienen un final feliz. Lo sé, siempre lo he sabido, sin embargo, sé también que el final de nuestro cuento y de nuestro camino (¡Qué apocalíptica! ¿hay cerca alguna fecha que conmemorar?) lo construimos nosotros.

"Hay hombres que luchan un día y son buenos; hay otros que luchan un año y son mejores; hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles"... Y esos son los que hacen de su cuento una historia que vale la pena contar. Independiente de su final, tuvieron esperanzas de seguir caminando. No solo anduvieron con la confianza de que habría otro paso para dar, sino que tuvieron también la impertinente osadía de mirar el camino y saber que, sinuoso, minado y lleno de abismos por todos lados, ese era el cuento que les tocó narrar, y lo narraron... Quizás porque sabían que sus pies serían sostenidos si llegaba el momento de enfrentarse al vacío. ¿Sería esa seguridad (la de saber que seguirían, por lo menos para contar su historia) la que les hacía mantener los ojos abiertos?

Se dice que todos tenemos para contar
y de lo contado tendremos otra versión.
No hay nada como el oído que sabe escuchar
pero no hay sentido como el corazón.

Corazón y garra (suena casi hincha de algún equipo de fútbol, pero no se me ocurre un término más intenso xD). Corazón, por el tremendo cariño y apego por el camino y el cuento. Garra, por la fuerza que mana de nosotros para caminar y contar. Sigamos contando el cuento, con los ojos abiertos, confiados en las manos que nos sostienen y en las trenzas que del cielo caen para ayudarnos no solo a seguir adelante, sino también a elevarnos leve y gradualmente...

Busca una luz, una más,
algo que ayude a creer.
Lanza tu trenza Rapunzel,
déjame entrar otra vez.

Un abrazo que camina, pero que aún no se atreve a mirar,
Mizar...

PD: Para disfrutar de un ejemplo dulce de un cuento narrado... de una forma distinta ;) :

http://www.weebls-stuff.com/toons/death+kitty+and+the+fat+man/

viernes, 1 de junio de 2007

Pequeños GRANDES detalles...

Son las 2:49 am. Quizás se deba sólo a lo ridículamente tarde que es, o tal vez a que la idea no ha dejado de darme vueltas en este último tiempo, y sencillamente me hará bien compartirla.

Pequeños grandes detalles que impregnan nuestro diario vivir. Buenos o malos, significativos o no, estamos llenos de ellos. Comentamos, con una curiosa mentalidad positiva, sobre lo bello que es tener detalles para con los demás (y que los tengan para con nosotros, obvio... aunque, ahora que lo pienso, harto inconsecuentes somos: siempre esperamos recibir... ¿y qué acerca del "dar"? ¿No notamos también que cuando NoSoTrOs damos, otros reciben y se hace la luz, nuevamente?)

Vuelvo a la idea inicial. Comentamos sobre lo bello que resultan los (idealmente nuestros) detalles positivos, pero... ¿por qué sólo los positivos? Quizás soy yo quien suele oír sobre el tema en términos de agrado (me encanta ser detallista), y estoy simplemente divagando ahora que pienso, creo, siento y sé (¡peligrosa certeza!) que cuando hablamos de sutilezas nos referimos a las positivas.

Una llamada, una sonrisa, un abrazo bien apretado, una mirada cómplice, códigos en común. Se me iría la noche (¡Oh, se me va, ya son las 3:06!) enumerando la cantidad de "pequeñas grandes cosas" (Soprole, el yogurt -> Si te reíste o sonreíste en esta parte, revisa tu carné de identidad xD) que por alguna razón nos resultan gratas, sobre todo si son nacidas de sentimientos o sensaciones positivas. Sin embargo, existe la otra cara...

La existencia de la hostilidad.

O lo que es peor, la ausencia de detalles positivos.

¿Podemos vivir sin ellos? ¿Nos da sencillamente lo mismo (típica respuesta que damos una y otra vez -ante situaciones que nos resultan en teoría indiferentes- por medio de una (seudo) actitud altanera que si viésemos a ojo desnudo se identificaría quizás con un cruce de brazos o piernas) o es esa una respuesta - defensa, como intenté hacer ver por medio de marcas simples en mi perorata inmediatamente anterior?

Detalles. Hay quienes viven y mueren por ellos. Un ejemplo providencial... ¿o no?

¿PROVIDENCIAL?
Estaba dispuesta a acabar con esa soledad que la consumía. La hostilidad diaria, sus fracasos y el contraste con la pasividad anterior (esa que la despidió con la esperanza de que triunfara), la habían determinado a concluir con todo. Si sólo hubiera conocido una mano que la apoyara, una mirada cálida y una palabra de aliento, quizás hubiese luchado, pero no fue así. Se acercó a los rieles del metro, se inclinó y, a punto de lanzarse, sintió esa mano en su hombro, esa mirada ansiosa y aquella frase que la obligó a pensar generosamente: “No, por favor. Voy atrasado”

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Vi gente pedir auxilio por medio de detalles. Gente que fue escuchada, detalle que no fue percibido. Quizás eso me tiene divagando ahora.

Y la reflexión final (mmm... ¿hubo reflexión inicial?). No sólo hay quienes entregan detalles positivos. Hay quienes por confianza, respeto y cariño (o simplemente porque se les ocurrió), nos dicen "¿mírame?" sin decírnoslo. Seamos un poquitín más agudos, menos egocéntricos, y quizás los detalles se abran más a nuestro alrededor, y podamos hacer más de lo que pensamos por los demás.

Sobre los detalles negativos, ni hablar. Nadie negativiza aquello que no le resulta importante. ;)

3:36 am. Si me fui en la volá, ruego me dispensen. Puede tratarse de la hora, o de que mi cabeza, en este preciso instante, está haciendo funcionar equivocadamente su hemisferio dormido... ¿O esos eran los delfines?

3:44

Salú!

sábado, 26 de mayo de 2007

Acerca de MiZaR...

Mizarística, Mizarísima, Mizarada...

Mizar finalmente...

¡Y bien! Me declaro nuevamente culpable. Culpable y víctima de este lúdico placer.
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Para comenzar, explicaré el origen de mi atávico nick. No hablaré de lo que me motivó a hacer que existiera (el sólo recordarlo me causa una gradual vergüenza), pero sí explicaré el proceso de elección de su nombre.

Hace mucho tiempo conocí, por medio de un personaje muy, muy querido en su momento, a Silvio Rodríguez (trovador cubano). Oírlo y enamorarme fue cosa de un par de canciones, y entre Gaviotas, Flores Nocturnas, Invitaciones a Creer cuando se dice Futuro y Elegías, dejé descasar una dulce melancolía.

Fue nadando en ese mar de canciones (acabo de recordar la imagen del mar de luces xD) que encontré a "En estos días", cuya letra, como en todos los casos anteriores, fue otra copa de melancolía, pero esta vez rebuscada. El verso clave decía La Osa Mayor corrige la punta de su cola, y te corona con la estrella que guía, la mía...


Y se hizo la luz.

La Osa Mayor es una constelación siempre visible en el hemisferio norte. Lamento ser tan burda para explicar su forma, pero no puedo evitar compararla con un carrito de supermercado (xD). Si se fijan bien, la Osa está compuesta por 7 estrellas: cuatro forman un cuadrilátero -no de lucha-, y como continuación de una de estas estrellas, se extiende otra, y otra... La tercera es la punta no corregida (se ve en pantalla, está volteada).


La última estrella que sigue ese camino antes de que se rompa la continuidad, es la estrella que se vuelve corona, la estrella que guía, la mía... Mizar...

En fin... Bienvenido a mi espacio, mi atmósfera y mi órbita...
¡Saludos!
Mizar.

A meta approximation to a Schrödinger's heartbreak.

For a long time, I thought about writing down your effect on me, and the recurrent image was the effect of the Moon over the sea, or Tides. ...