lunes, 16 de enero de 2023

.Ciudadano ejemplar.

El señor Makleidung salió de la estación del tren tras maldecir a los putos asquerosos vagabundos que se acoplaban a pedir dinero o un mendrugo de pan. "¿Cuál es la necesidad de estar ahí, tan cerca del mundo decente, con sus olores y dolores? Seguro eligieron esa vida". Siguió caminando, no sin antes escupir la acera junto a un grupo de mujeres de piel distinta y curvas suaves. "Seguro son putas o algo peor". Se avergonzó de la decadencia de las avenidas viejas, donde las luces de navidad se lucían desde hacía semanas y mucho antes de lo previsto; "Extranjeros y sus tradiciones", farfulló, al tiempo que empujaba con su pie a un gato que se le acercó a olerlo. 

La gente le abría paso al verlo andar. "Al menos me respetan", se dijo con orgullo, respingando la nariz y oliendo el frío. Tímidos copos de nieve comenzaban a caer, y se mimetizaban con su piel blanca, el tono plateado de su pelo -que en otro tiempo fue como un campo de trigo en verano- y con sus ojos, cuyo gris era imposible de definir. 

Caminó un par de cuadras más, donde compró unas velas en la tienda que conoció desde niño y que existió por generaciones antes de su venida al mundo. Maldijo las nuevas variedades aromáticas, e insultó al pasar a alguien que, en un tropezado inglés, le preguntó por una dirección "No soy tu guía turístico, y aquí hablas el idioma local", gritó en su lengua madre, y retomó su andar.

No mucho más adelante se trenzó en una discusión con un chico que paseaba a su perro. Juguetón, el animal saltó hacia él y Makleidung de una patada lo hizo retroceder y esconderse detrás del chico, gimiendo. "Mantén a tu puto animal a raya, estúpido". El chico no vaciló en insultar de vuelta y mejor que él. Makleidung siguió su camino sin responderle. 

Directamente. 

"Ya sabrá ese mocoso insolente quién soy, y de la peor manera posible". No sería difícil averiguar quién era y arruinar su vida con solo un par de llamadas.

Llegó casi corriendo a su destino. Ya en la calma de la puntualidad, sonrió amablemente a quienes le esperaban de pie. Tomó su lugar frente a la multitud y reemplazó cuidadosamente su bufanda de pashmina y su abrigo de paño de lana negro y forro de satén por los atuendos sagrados que esperaban por él. Luego se arrodilló frente al banquillo de madera pulida reservado para él, y empezó a susurrar:

"Creo en Dios Padre Todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra..."



A meta approximation to a Schrödinger's heartbreak.

For a long time, I thought about writing down your effect on me, and the recurrent image was the effect of the Moon over the sea, or Tides. ...