Ironicé con mi psicóloga acerca del diagnóstico que pondría en mi ficha. "¿Esquizofrenia? ¿Bipolaridad? ¿Personalidad múltiple?". Sabía con claridad que mi diagnóstico no se acercaba a eso; había sobrevivido a situaciones extremadamente dolorosas y enfrentaba la vida con una envidiable fortaleza. Ella sonrió. Mi entereza la asombraba, yo lo sabía, y sabía que la derivación que me hicieron a ella era simplemente un error.
"Trastorno adaptativo", dijo finalmente.
Entonces la maté.
"Trastorno adaptativo", dijo finalmente.
Entonces la maté.