domingo, 14 de enero de 2024

Triste dolor


Yo opino que la tristeza no debería doler en el cuerpo. 

Debería bastar con ese tremendo vacío a la altura del corazón (porque todo lo que ahí había pasó a la cabeza en forma de cuestionamientos, dudas, inseguridades, una visión pesimista del porvenir y, sobre todo, la persistencia de la razón del pesar en la mente, que hace que en cada interacción -con lo humano, lo natural y lo divino- haya una nueva razón para retornar al recuerdo de lo que se siente, cual maldición de Sísifo arrastrando la piedra de aquel vacío). 

Pero no.  
Es muy utópico ceñirlo simplemente a la ceguera del agobio. 

El cuerpo también resiente la ausencia, por lo que cada paso al caminar se convierte en una nueva pequeña tortura... cadenciosa y constante, como una gota que cae y que tras molestar en alguna parte entre los oídos y el pecho, sólo se ve superada por el cansancio creado por el dolor y el vacío, y en honor a ese cansancio, la tortura se vuelve ruido blanco y nos permite dormir. 

Y tal vez esté siendo irreverente con la neurociencia, los opioides y los senderos neurológicos que se recorren en el proceso, no me importa. Tenemos un cuerpo maravilloso, pero injusto. ¿Emo? Pues no... me encanta ser feliz. 

Tal vez por eso me desagrada el cuerpo cuando no ayuda ni siquiera un poquito a sentirse algo mejor, y la conformidad la da (de forma garantizada, aunque en un ritmo mucho más reposado) Don Maravilloso Tiempo.

Memorias.
02.07.19

A meta approximation to a Schrödinger's heartbreak.

For a long time, I thought about writing down your effect on me, and the recurrent image was the effect of the Moon over the sea, or Tides. ...