Como una de las ventajas de vivir en Suiza es que el transporte público funciona como reloj, planifiqué mi viaje y llegué exactamente en el tiempo estimado. Escribí a la persona con quien debía reunirme y esperé por su respuesta.
- Ya estoy acá, esperaré unos minutos.
- ¡Super! Te abro la puerta. Sube al tercer piso.
Miré al lugar donde me encontraba y no vi nada más que una casa. Miré el mapa para confirmar la calle y miré la casa para confirmar el número antes de responder (muerta de risa y ya entendiendo lo que había pasado):
- Ehm... Creo que no hay tercer piso por acá.
- Calle Random #11
- Sip, la calle y el número están bien, pero aparentemente me equivoqué de ciudad.
- ¿Qué?
- ¿Qué?
Google Maps me la hizo de nuevo y me ofreció como primera opción la ciudad del lado (jamás, pero jamás, vi que había otras opciones), mientras que el destino real estaba a menos de 30 minutos de mi hogar.
Así que nada. Mientras paso el resto del día riéndome de la situación y la torpeza que me llevó a vivirla, añado un nuevo aprendizaje sobre este pequeño país y una nota mental para mí:
De esa manera, puede que me ahorre el terminar en Polonia en una próxima oportunidad.
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