Un cigarro quemándose sobre el cenicero,
una huella de labial en el tazón de café.
Una cama deshecha, sábanas aún tibias,
una gota cayendo constante
y una puerta a medio abrir.
Un despertar en medio del dolor,
un desear haber soñado,
y maldecir la realidad.
.
Miedo.
Eso es la Muerte.
El miedo de entender que el cigarrillo,
una vez apagado, no volverá a encenderse jamás.
Que el tazón con los labios ahora es una reliquia.
Y que hay una cama que ya no quieres hacer,
unas sábanas que se enfriarán,
una gotera que nadie cerrará,
y una puerta que no verá asomarse,
nunca más,
al que se fue.
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