sábado, 1 de junio de 2024

Take a bow

Hoy llueve. 

Conduzco por la carretera con especial cuidado mientras escucho una canción que me recuerda a ti.

La lluvia también me lleva a un recuerdo, uno que me despedía de ti con la sensación de que no te volvería a ver. También entonces, tras decirte adiós, conducía sobre una húmeda y resbaladiza carretera.

Escuchaba yo entonces, una y otra vez, "Take a bow", como si en su verso, "say goodbye" pudiera encontrar una pista que me ayudara a descifrar qué diablos había pasado tras el último beso que me diste.

Subí a mi auto en medio de la garúa (tal como lo hice hoy antes de subir), tras una noche de dulce, apasionado y triste amor, todo junto. Desnuda sobre la cama, te besaba y me acunaba en tus brazos mientras intentaba contener mis lágrimas. Finalmente, no pude.

Me miraste asustado pensando que algo había pasado.

La noticia de tu inminente partía había pasado. Y por alguna forma extraña de inocencia o ingenuidad (y aunque te conocí sabiendo que habría un adiós), no podía procesar que te fueras.

Sacudo el recuerdo de mi cabeza para mitigar mi piel erizada. No quiero ceder a la emoción. Pongo el aire caliente al tiempo que sigue sonando la canción.

Mis lágrimas fueron incontenibles y entendiste qué pasaba. Me dijiste "Esto es hermoso". No pude entender qué podía ser hermoso de la escena sino hasta que lo verbalizaste: "Me siento amado".

Mis oídos zumbaron. Yo aún no sabía. Lo sentía y latía dentro de mí, pero no tenía un nombre.

Ahora lo tenía. Era amor.
Te estaba amando. Pasó que, sin buscarlo, mi pecho florecia a tus rayos. Y a ti te parecía hermoso.

No dormí bien esa noche. Siempre que dormimos juntos, el contacto de nuestra piel era necesario y apacible, pero yo no podía sentir el calor de tu piel esa noche. Dolía de una forma que, tal como mi amor, tampoco lograba definir. Busqué mi propio espacio, mientras, y entre sueños, me buscabas y volvías a tocarme. Repetí el rito hasta que quedé al borde de la cama y tú abrazándome, siempre dormido. Me resigné y dejé que doliera, dejé que las lágrimas cayeran y  dejé que el sueño me alcanzara en medio de ese escenario. No era fácil, pero era la última vez que sentía también tu desnudez, así que cerré mis ojos y disfruté y sufrí de tu piel hasta que concilié el sueño.

...Días después, me confesaste que, en tu propio camino de regreso, lloraste también mi eventual ausencia.

Lo que yo no te confesé es que aquella mañana de lluvia, tal como ahora, los limpiaparabrisas de mi auto funcionaban perfectamente bien... pero fueron incapaces de detener mis lágrimas.



No hay comentarios:

The letter I never sent

Dear you (or dearest, or beloved you): It is time for this letter to reach your hands, your eyes, or any sense that allows you to absorb as ...